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Un pequeño oasis con vistas de Zaragoza

24 de Agosto de 2011
Experiencia de Paula, (Zaragoza)
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Hace unas semanas tuve la suerte de ganar una estancia de una noche en el Hotel Hiberus de la cadena Palafox Hoteles. Soy de Zaragoza y he decir que no me podía imaginar que el hotel guardase tantas sorpresas dentro. Recuerdo que inauguraron el Hotel el verano que se celebró la Expo del Agua, hace 3 años. Y siempre me había preguntado cómo serían las habitaciones, ya que desde fuera tan sólo se ven enormes cristaleras desde las que poca cosa se intuye. Llegué al hotel en coche. La verdad que el acceso al hotel es bastante fácil. Hay que girar en una rotonda que hay justo a la altura de la Torre del Agua, poco antes del Puente del Tercer Milenio, y el hotel está ahí mismo.
Nada más entrar en el recinto del hotel, el guarda de seguridad me indicó que podía dejar primero el coche en el parking y desde allí acceder a la recepción para registrarme. Así lo hice, pero la puerta del parking parecía no querer abrirse. Avisé por el interfono a recepción y en menos de 5 minutos ya habían solucionado la incidencia. Dejé el coche en el garaje y subí a recepción.
En la recepción, que es enorme, el personal fue muy agradable. Me dieron la bienvenida al hotel, me informaron de los servicios disponibles (terraza, piscina, restaurante), me dieron acceso a la red WiFi (muy importante para mi trabajo) y...la tarjeta de la habitación.
Subí a mi planta. Todas las habitaciones quedan al mismo lado (todas tienen las mismas vistas) y el pasillo es larguísimo, casi no se ve el final. Entré en mi habitación y... sorpresa!!
La habitación era muy grande, con una cama a juego. De hecho, acostumbrada a camas de tamaño normal no se si me impresionaron más las vistas o la cama. ¡No!. Sin duda las vistas. Una de las paredes había desaparecido y en su lugar había un cristal de arriba a abajo!! Llegué a mitad de tarde, y todavía podía verse el movimiento en la ciudad. A la derecha el Puente del Tercer Milenio. A la izquierda el Palacio de Congresos, lo que fue el Pabellón Puente y el funicular. En frente, el río Ebro y la nueva estación el AVE. Abajo, la terraza (toda de madera) con una piscina bastante grande, como de película.
En la habitación todo en tonos blancos y azul-verde turquesa. Una cama en la que me perdía. Las almohadas abundantes y muy cómodas, y eso que suelo tener problemas en el cuello con las almohadas de los hoteles. Una mesita con un par de sillones para poder trabajar. Una gran televisión, que puedes ver de noche con un halo de luz que aparece por detrás. Mesitas de noche, con una pequeña luz por debajo, para no deslumbrar por si te despiertas de noche (la primera vez cuesta un poco encontrar el interruptor correcto...).
Y el baño es... im-presionante! Está integrado en la habitación a través de un cristal, que en un principio pensé que dejaba poca intimidad... Pero luego descubrí una persiana que se puede bajar para ducharte tranquilamente sin que nadie te vea. La bañera y la ducha son independientes. Y aunque sé que no es muy ecológico... me di el capricho y tomé un baño con los jabones que te preparan en el baño (porque yo lo valgo!). Y lo mejor de todo es que podía ver la TV de la habitación desde la bañera!!
Después del baño, bajé a echar un vistazo por el hotel, al Bar Ebriosus, hasta la hora de cenar. Sobre las 22h fui al Restaurante Celebris, el del hotel, a probar la carta que tienen en verano. Un menú con varios entrantes a elegir, varios segundos y postres.
Iba sola y no tenían mesas individuales, así que el maître me tuvo que acomodar en una mesa para más personas. Al principio se me hacía grande, pero en cuanto me sirvieron la cena, adiós preocupaciones! El restaurante es muy chulo, con cristalera para que veas la bodega, cortinas para separar diferentes mesas, y en el frontal acceso a la terraza y a las vistas.
La cena muy abundante, casi demasiado para mi (que ceno poca cosa). De primero tomé un timbal de patatas con jamón y huevo, luego solomillo con salsa carbonara y de postre... Texturas de chocolate. Puede que no recuerde con exactitud todos los nombres de los platos, pero el del postre... Con lo que me gusta a mí el chocolate!!! Aun recuerdo las palabras del camarero cuando me lo sirvió (muy amable durante toda la cena, por cierto): La tentación hecha chocolate. Una mezcla de diferentes chocolates preparados de distintas formas. Brownie, helado, chocolate fundido y mousse...mmmm!!!

Durante la cena, el maitre se acercó para decirme que después estaba invitada a un cocktail de Nordic Mist (tenían promoción ese día) en la terraza. Así que tras la cena, fui a reposarla a la Terraza. No soy muy de tónica, pero el cocktail no estaba mal.

Las vistas como apuntaban ya desde la habitación: Espectaculares. Además por la noche iluminan el Puente y la iluminación de la Estación cambia de color. La pena fue que era una de esas noches frescas de verano y como no llevaba chaquetilla no me la disfruté demasiado rato. Y ya de vuelta a la habitación, por la ventana no se veía movimiento, solamente luces, que tranquilo parecía todo! Simplemente bajar el store y hasta mañana!!
A la mañana siguiente, tras remolonear un poco porque se estaba muy a gustito en la cama... Me puse en marcha y bajé a desayunar al buffet del hotel. La verdad que lo tienen todo muy bien puesto. Gran variedad de todo, dulce y salado. Bebidas calientes y fresquitas. Yo me llené picoteando un poco de todo lo que había por el buffet, pero vi como a otros clientes les preparaban los platos calientes allí mismo (creo que me dijeron que se llamaba show-cooking).
Volví a la habitación, recogí mis cosas...y con mucho pesar fui a dejar la habitación a recepción. Tras agradecerme la estancia, me ofrecieron un cuestionario de satisfacción (anónimo). No suelo rellenar este tipo de cosas, pero como disfrute de la estancia, lo rellené con mucho gusto. Simplemente, agradecer a todo el personal su amabilidad e invitaros a que vayáis a conocer el Hotel, merece la pena. Para nada te esperas que vaya a ser así.
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